miércoles, 31 de octubre de 2012

CREDO DE ALGÚN BOHEMIO



Creo que en esta vida todo se hace con alevosía. De lo contrario no se ha hecho absolutamente nada.

Creo que la poesía es como el pan, de todos.

Creo que a Neruda verdaderamente no le hacía falta escribir veinte poemas de amor y mucho menos una canción desesperada… aunque siempre tenga un gozo inherente su incertidumbre.

Creo que cada año hay que despedirlo con el brindis del bohemio y brindar por la anciana inconsolable por quien la pena huía.

Creo que en esta vida las oportunidades son escasas. Que ante la duda, cuando la recompensa es grande, no es preciso saludar sino matar. A fin de cuentas, luego de saludar siempre mataría.

Creo que las conversaciones más profundas, todas, las he compartido con las cuerdas y el sonido hueco de mi guitarra mientras anochecía.

Creo que para la melancolía se inventaron el whiskey, la poesía y las interminables noches de bohemia.

Creo que todas las veces se brinda con la mano izquierda… sin excepción. Lo contrario enfurecería la energía.

Creo que existen dos tipos de personas, las que pueden morir hoy sin ningún remordimiento y los que si morimos hoy nunca nos habremos realizado. Por ello, la muerte no siempre resultaría en vano.  

Creo que al final volveré a cantar que me muero como viví… aunque antes lo fingía.  

Creo que todo bohemio se refugia entre la hermosura de la sonrisa hasta que el fusil que es una mirada impía le descarrila el quehacer.

Creo que antes de morir haría falta una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas.

Creo que preferiría un sorbo de antaño antes que un manjar de algún rebaño.     

Creo que para creer hace falta la locura que es lo que hacía que la vida tuviera color. Que no hay mejor locura que la que viene acompañada de la embriaguez habitual.   


Creo que, aunque ya lo sabía, ser bohemio no es una profesión, sino una conversación que se lleva a perpetuidad.