viernes, 24 de mayo de 2013

P. del S. 238 - Caímos en la Trampa



Me preocupa el debate que se ha desatado en cuanto a la aprobación del proyecto del Senado 238 que busca proteger a la comunidad LGBTT de ser discriminada. Sobre todo, me preocupa cómo han reaccionado los sectores que apoyan y luchan para lograr que esta comunidad adquiera los derechos que gozamos todos los ciudadanos. Yo soy de los que piensa que ya es hora que dejemos de vivir en el siglo XIX y acabemos de aprobar legislación que reconozca la dignidad de todo ser humano, sin importar condición alguna.

Lo triste es que nos están tomando el pelo y estamos cayendo redonditos en la trampa.

Los defensores de esta medida la han aplaudido alegando que representa un cambio sin precedente en nuestra sociedad. ¡He aquí el engaño! Este proyecto de ley lo único que hace es convertir en política pública un principio que ya está esencialmente reconocido y consagrado en la Constitución de Puerto Rico y de Estados Unidos; que la dignidad de todo ser humano es inviolable.

Para que se consiga un verdadero cambio “sin precedente”, que sea significativo en cuanto al trato de la comunidad LGBTT, es necesario que se apruebe legislación que permita el casamiento de personas del mismo sexo y que les reconozca el derecho a la adopción. O sea, que se les reconozca el derecho a tener una familia. El reconocimiento de estos derechos si cambiaría el diario vivir de los miembros de esta comunidad y equipararía jurídicamente a todos.

Cuando se convierta en ley el proyecto del Senado 238 celebrarán como una gran victoria lo que en realidad no cambiará nada. La sociedad seguirá tratando a esta comunidad igual y a fin de cuenta no consiguieron el reconocimiento de ningún derecho fundamental.

La realidad del asunto es que estamos ante un esquema increíblemente ingenioso diseñado por el PPD. Los populares no quieren aprobar las medidas que verdaderamente impactarían nuestra sociedad reconociendo derechos fundamentales. Así que inventan una legislación que tiene un lenguaje bonito de igualdad y equidad pero que no reconoce derechos. Logran polarizar la discusión pintando a la oposición política como resistida al cambio social. Cuando eventualmente se apruebe la legislación, los populares se cantarán  los defensores de las minorías.

Pero, cuando vayamos a pedirles a los “defensores de las minorías” que le permitan casarse y le permitan adoptar… Nos van a decir que ya atendimos los reclamos de esta comunidad poquito a poquito. Ahora hay que legislar para los otros asuntos de la sociedad.

A fin de cuentas los populetes quedan como los defensores sociales cuando nunca le reconocieron, ni le reconocerán, derechos fundamentales.

¡Un engaño total!      

jueves, 2 de mayo de 2013

LA FOSA



En aquel lugar que él llama existencia hay una fosa que es desmesuradamente profunda… recóndita. Él no sabe de dónde salió la maldita fosa y mucho menos sabe cómo fue que terminó habitándola. La fosa de cuando en cuando se llena de agua. Los días que flota en el agua se entretiene y reposa. Además, aunque sea por un rato logra saciar la sed que lo atormenta. Los días que no tiene agua, que son casi todos, la fosa tiene sereno y rocío… son los peores días. La humedad del sereno y el rocío atraen todo tipo de gusanos, lombrices y escarabajos. Insectos que él no logra evitar por más que lo intenta. Parecería que los insectos han descifrado como jugar el juego tenebroso de la fosa recién humedecida. Él cree entender y hasta avasallar a los insectos. Pero los insectos siempre llegan aventajados. Los gusanos lucran su apariencia. Las lombrices, curveadas y viles, tragan su esencia. Los escarabajos se regocijan en sus restos.

Cuando por primera vez se vio en la fosa pensó que era temporera su estadía. Incluso, llegó a disfrutar las visitas iniciales…inusuales… de los insectos en días de húmedo rocío. Pero la humedad ha logrado infiltrar lentamente lo más profundo de su adjetivo. Ya no sabe cómo conjugar su propia existencia. Extraña el calor y el sol. Los días secos le parece una lejana utopía… “Pero la vida en la fosa ha de ser transitoria.” Piensa mientras se esconde de alguna lombriz que se desliza entre las paredes de la fosa.

No hay quien viva una vida dentro de la cárcava sepultada y escondida.
 
Él es feliz… Pero de pronto recuerda que sigue habitando la fosa y la felicidad se disipa como sus restos en manos de un escarabajo.