Me preocupa el debate que se ha desatado en
cuanto a la aprobación del proyecto del Senado 238 que busca proteger a la
comunidad LGBTT de ser discriminada. Sobre todo, me preocupa cómo han
reaccionado los sectores que apoyan y luchan para lograr que esta comunidad adquiera
los derechos que gozamos todos los ciudadanos. Yo soy de los que piensa que ya
es hora que dejemos de vivir en el siglo XIX y acabemos de aprobar legislación
que reconozca la dignidad de todo ser humano, sin importar condición alguna.
Lo triste es que nos están tomando el pelo y
estamos cayendo redonditos en la trampa.
Los defensores de esta medida la han aplaudido alegando
que representa un cambio sin precedente en nuestra sociedad. ¡He aquí el
engaño! Este proyecto de ley lo único que hace es convertir en política pública
un principio que ya está esencialmente reconocido y consagrado en la Constitución
de Puerto Rico y de Estados Unidos; que la dignidad de todo ser humano es inviolable.
Para que se consiga un verdadero cambio “sin
precedente”, que sea significativo en cuanto al trato de la comunidad LGBTT, es
necesario que se apruebe legislación que permita el casamiento de personas del
mismo sexo y que les reconozca el derecho a la adopción. O sea, que se les
reconozca el derecho a tener una familia. El reconocimiento de estos derechos
si cambiaría el diario vivir de los miembros de esta comunidad y equipararía
jurídicamente a todos.
Cuando se convierta en ley el proyecto del Senado 238
celebrarán como una gran victoria lo que en realidad no cambiará nada. La
sociedad seguirá tratando a esta comunidad igual y a fin de cuenta no
consiguieron el reconocimiento de ningún derecho fundamental.
La realidad del asunto es que estamos ante un
esquema increíblemente ingenioso diseñado por el PPD. Los populares no quieren
aprobar las medidas que verdaderamente impactarían nuestra sociedad
reconociendo derechos fundamentales. Así que inventan una legislación que tiene
un lenguaje bonito de igualdad y equidad pero que no reconoce derechos. Logran
polarizar la discusión pintando a la oposición política como resistida al
cambio social. Cuando eventualmente se apruebe la legislación, los populares se
cantarán los defensores de las minorías.
Pero, cuando vayamos a pedirles a los “defensores
de las minorías” que le permitan casarse y le permitan adoptar… Nos van a decir
que ya atendimos los reclamos de esta comunidad poquito a poquito. Ahora hay
que legislar para los otros asuntos de la sociedad.
A fin de cuentas los populetes quedan como los
defensores sociales cuando nunca le reconocieron, ni le reconocerán, derechos
fundamentales.
¡Un engaño total!