sábado, 8 de marzo de 2014

Rabia



He decidido tener maldad en el corazón. No como reflejo desleal a la vida, sino como afrenta a la bondad. Me enerva la inquietud del aguardo. 

Solo vive armado de sutileza quien nunca ha pavimentado una senda hacia el tártaro griego.  

Juro desde mi entraña más furtiva que, aunque padezca de anemia moral, solo me verás estoico tras la muerte. Incluso entonces, pensaré dos veces antes de darte el goce de la indiferencia.

Tengo coraje y no es de valentía.

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