martes, 27 de agosto de 2013

Por qué escribimos ahora



Siempre he pensado que es pertinente sacar un minuto para pensar las cosas un poco más de lo que deberían ser pensadas. Esto es particularmente cierto cuando te topas, de paso incidental, con Roque Dalton. Salvadoreño oriundo de la creatividad fraterna.

Para aquellos tiempos Roque se cuestionó e inquirió sobre las razones por las cuales escribimos. Responde su interrogante en cinco estrofas cuando escribe “Por qué escribimos”. Roque nos cree custodios del tiempo que vivimos a través de nuestras letras.

Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.

Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.

Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.         

Yo, aunque no acostumbro cuestionar a Roque incisivamente, más bien pienso que al escribir somos expresión del sentir contemporáneo que guardamos no tan solo para el porvenir sino para compartir con lo reciente. Todo el que escribe, sea de lo que sea, está haciendo un cuento. Sin saberlo somos cuentistas sin profesión. El que lee un cuento sabe y siente cosas que no ha vivido. Como es imposible vivir todo lo que es preciso vivir, urge leer lo más posible para complementar vía las letras. Claro, Roque atina en cuanto sabemos del pasado gracias a lo que se ha escrito. Pero si no escribimos para lo contemporáneo no le servimos a lo póstumo.  

Si escribimos para ahora valdremos para mañana. Si escribimos para mañana realmente no sé qué hemos escrito, sino un testamento.

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